Ya se que para muchos esta información es obsoleta. A mí me golpeó. Sucede que hace unos días pasé por la esquina de las calles San Martín y Salta, en la capital tucumana. La realidad superó la ficción: la heladería Sasor, valuarte de las copas heladas en una provincia que necesita decenas de toneladas cada verano, no existe más. Las ofertas neo sobre el cucurucho llevaron a esta casa, que debía tener no menos de 20 años, a bajar la persiana.
Se que a varios amigos gordos se les piantará un lagrimón.
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